Hace apenas dos años, El Salvador no tenía relaciones diplomáticas con China y era uno de los principales aliados de Taiwán en América Latina. Esta semana, el presidente Xi Jinping desplegó la alfombra roja para recibir al mandatario salvadoreño, Nayib Bukele, quien llegó a Pekín para una visita de Estado de seis días.
El martes, ambos gobernantes firmaron una serie de acuerdos en distintos sectores y Bukele anunció que China aprobó otorgar «una gigantesca cooperación no reembolsable» a su país.
Esta ayuda servirá -según dijo- para la construcción de un estadio «nuevo, moderno y de gran capacidad», de una nueva Biblioteca Nacional de varios pisos y de una gran planta potabilizadora de agua que servirá para tratar la mitad de las aguas servidas que actualmente se vierten en el lago de Ilopango, lo que ayudaría a «acabar con la escasez de agua en toda el Área Metropolitana de San Salvador».
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También incluyen inversiones en infraestructuras de zonas turísticas como las playas de Surf City, así como la restauración y ampliación del muelle del puerto de La Libertad, una de las mayores atracciones del país.
Además se anunció que El Salvador se implicaría en el proyecto de «La franja y la ruta», conocido como la nueva ruta de la seda, mediante el cual Pekín intenta expandir sus vínculos comerciales en el mundo.
Bukele, sin embargo, no reveló a cuánto ascenderá está cooperación china.
La trascendencia de su visita, sin embargo, va mucho más allá de estas ayudas y se proyecta también en las relaciones de El Salvador con Estados Unidos así como en el pulso que Washington y Pekín mantienen por tener mayor influencia en América Latina.
«Una China»
Este es el primer viaje oficial a China de Bukele y el segundo que realiza un jefe de Estado salvadoreño desde que en agosto de 2018 el entonces gobierno del izquierdista FMLN, encabezado por Salvador Sánchez Cerén, decidiera romper los vínculos históricos con Taipei para establecer relaciones con Pekín.
Hasta entonces, El Salvador era uno de los 18 países del mundo en reconocer oficialmente a Taiwán.
Sánchez Cerén visitó China en noviembre de ese año, pero su partido perdió las elecciones presidenciales de febrero pasado, en las que se impuso Bukele, quien había puesto en duda la conveniencia de mantener las nuevas relaciones con China e, incluso después de electo, había criticado a la potencia asiática por no jugar según las reglas e intervenir en los asuntos internos de otros países.
En ese contexto, ¿qué implicaciones tiene esta visita de Bukele a Pekín?
«Esto es muy importante porque confirma la posición de El Salvador sobre la política de una sola China y su apoyo a Pekín en términos diplomáticos», dice Margaret Myers, directora del programa sobre Asia y América Latina del centro de estudios Diálogo Interamericano.
«En Washington se especulaba sobre si la presión de Estados Unidos sobre el gobierno de Bukele podía hacer que él revirtiera la decisión de acercarse a China tras romper lazos con Taiwán. Ahora está claro que eso no va a ocurrir», agrega.
Ambos mandatarios emitieron una declaración reafirmando el compromiso de El Salvador con China y con la política de Pekín hacia Taiwán.
Dicha política busca la «reunificación pacífica» de la China continental con la isla de Taiwán, a la que Pekín considera una provincia rebelde.
Entre Washington y Pekín
El viaje de Bukele a China y los acuerdos que firmó allá dieron pie a que el jefe del comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el demócrata Eliot Engel, criticara duramente la política del gobierno de Donald Trump hacia Centroamérica.
«Cuando el presidente Trump corta la ayuda al Triángulo Norte y abandona a nuestros aliados, no debería sorprendernos que China dé un paso adelante para llenar el vacío dejado por el liderazgo de EE.UU.», escribió Engel en un tuit publicado el martes.
Pese a todo, Myers considera que este resultado no implica un revés completo para Estados Unidos.
«Creo que, en general, la presión que Estados Unidos ha estado poniendo en El Salvador buscaba que rompiera sus lazos con China o que limitara sus interacciones con Pekín. Esto que ha ocurrido sería, de alguna manera, una muestra de El Salvador limitando su relación con China, porque creo que ha retrocedido de forma sustancial en los planes originales», dice la experta en conversación con BBC Mundo.
Myers explica que en los acuerdos bilaterales anunciados durante el gobierno de Sánchez Cerén se incluía la creación de una gran zona de desarrollo económico que habría ocupado una parte importante del territorio de El Salvador y la renovación del puerto de La Unión, lo que preocupaba a Washington pues podía ser usado por China con fines militares y geoestratégicos.
«Lo que es destacable acá es que los acuerdos que fueron anunciados ahora son muy distintos de los que fueron negociados hace un año por el anterior gobierno de El Salvador, liderado por el FMLN, y que ahora parecen haber sido desechados», señala.
Myers destaca que los nuevos proyectos son más parecidos a la ayuda al desarrollo y que, aunque no significarán una transformación de la economía de El Salvador, sí son cosas útiles e importantes para la gente en el país centroamericano.
«Creo que hay un intento de El Salvador y de Bukele de calmar a Estados Unidos al mismo tiempo que intentan mantener los vínculos con China e intentan sacar alguna ventaja de esa nueva relación. Sería embarazoso para ellos si no logran obtener nada de ese vínculo con China, después de haber roto los lazos con Taiwán», apunta Myers.
La experta agrega que el mandatario salvadoreño parece haber conseguido una especie de equilibrio y que no cree que haya ningún tipo de respuesta negativa por parte de Estados Unidos ante este acercamiento a China.
«El gobierno de Trump no está contento con ningún tipo de relación entre Centroamérica y China, pero esto es preferible a los acuerdos anteriores», dice.
Su análisis parece ser refrendado por la postura adoptada por el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo.
«Le hemos dicho a nuestros amigos que las actividades depredadoras chinas pueden llevarlos a acuerdos que parecen atractivos, pero que al final son malos para su gente, malos para su propia nación», dijo durante una charla el lunes en la Universidad de Louisville (Kentucky), al referirse a la relación con El Salvador.
Pese a ello, el alto funcionario dio a entender que Washington no prevé inmiscuirse entre San Salvador y Pekín.
«No intentamos evitar que hagan negocios con el Partido Comunista Chino», aseguró.
Así, el juego de malabares de Bukele entre las dos grandes potencias podría estar funcionando. Al menos por ahora.
FUENTE: BBC NEWS