La demanda y la desocupación estimulan el mercado de las apps

Es mediodía y Los Ceviches de la Rumiñahui bulle de gente, que entra y sale intentando asegurar una mesa. Sin embargo, la mitad de los clientes no son comensales. Los delatan sus enormes mochilas fosforescentes, con el nombre de algunas de las cuatro plataformas digitales de entrega de alimentos y productos que funcionan en el país.

“El 50 % de nuestros pedidos ahora se hacen por medio de las aplicaciones”, afirma Juan García, trabajador del establecimiento. El local está ubicado junto a otros dos restaurantes que también figuran en las apps. Por ello, entre tres y cinco repartidores utilizan la acera en los exteriores del sitio como base, a la espera de que un mensaje les confirme una próxima entrega.

Esta escena se repite en varios puntos de la capital y del Puerto Principal, especialmente en el último año, en que Uber Eats, Glovo y Rappi consolidaron su presencia en el país.

Un crecimiento de “dobles dígitos mensuales”. Así define la compañía Glovo su crecimiento en el último año. No ofrece cifras exactas, pero indica que en 2019 el servicio se extendió a Quito y sus valles, Guayaquil, Cuenca, Santo Domingo y Ambato y este año ampliarán la atención a otras ciudades.

“Lo importante de este crecimiento es que, junto con nosotros, también crecen nuestros ‘partners’. Promovemos el desarrollo de la industria y solucionamos el día a día de nuestros usuarios gracias a la propuesta de valor de devolverles su tiempo”, dijo a EXPRESO Daniel Arévalo, gerente general de la marca en Ecuador.

La empresa no dio cifras sobre la cantidad de personas que trabajan con su plataforma, pero hasta enero del año pasado se contabilizaban aproximadamente mil. Y eso, explica el economista y catedrático capitalino Jorge Malo, es el corazón de este negocio.

“El modelo de trabajo de las aplicaciones crece exponencialmente conforme más personas se integren a él. Es un modelo flexible que genera una gran cantidad de ingresos. Es decir, hay una ganancia alta para la compañía y para los locales asociados, pero no necesariamente para el trabajador, porque no tiene derechos laborales y sus ganancias están sujetas a su disponibilidad de tiempo y rapidez”, explica.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), hasta diciembre del año pasado el empleo pleno, con derechos de ley y salario básico, se redujo 1,8 %, mientras que el subempleo subió 1,3 %, porcentaje que representa a 1’440.983 personas.

Y para quienes no cuentan con un trabajo estable, las apps se han convertido en una opción viable. “Yo me uní a Uber Eats con otros dos compañeros de trabajo”, cuenta Jaime Contreras de 26 años. “Trabajábamos en ventas y la empresa cerró. Nos unimos porque era lo que había y era mejor ganar algo hasta encontrar otra cosa”.

Pero la búsqueda de “otra cosa” no ha dado frutos, y él lleva seis meses laborando con la aplicación. “Hay meses en los que logro hacer hasta $ 680, pero tengo que trabajar unas diez horas, incluidos los fines de semana. No es fácil”.

Para Uber, como servicio de taxi, el crecimiento hasta 2019 fue amplio. La compañía cerró el año con 20.000 conductores solamente en Quito y Guayaquil. El creciente número de “socios conductores” le permitió a la empresa habilitar un nuevo servicio: ‘Uber comfort’, que ofrece carreras con autos de alta gama.

La compañía continuará la expansión en el país, tras la expulsión de la plataforma de Colombia. En Ecuador han encontrando un gobierno con “la iniciativa de dialogar”, indicó la semana pasada el vicepresidente global de Asuntos Públicos de la compañía, Justin Kintz.

POLÉMICA.

Las plataformas versus la normativa legal

Aunque las apps alegan que permiten a sus socios “complementar sus ingresos y optimizar su tiempo”, en varios países se han enfrentado a críticas y sanciones por precarización laboral o por incumplir con la normativa que protege los derechos del trabajador.

Según un reporte de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las plataformas digitales participan como intermediarios y se quedan la mayor parte de la ganancia, “abonando al subempleo y la informalidad en América Latina”.

Mientras tanto, en Europa, países comoItalia, Inglaterra y Francia crearon marcos legales para regular a plataformas como Uber y favorecer a los trabajadores.

El año pasado, repartidores de esta empresa y Glovo protestaron en Quito y Guayaquil por las condiciones laborales y pidieron mejoras.

PARA SABER

Oferta. La empresa colombiana Rappi se instaló en el país en septiembre de 2019. Su cupo era de 400 socios, pero se inscribieron 5.000 personas.

Funcionamiento. Las empresa cobra un 30% del valor de la entrega o carrera que genera el socio. Para Uber el mínimo es de $ 1.69, para Rappi de $ 1.70.

Usuarios. Hasta el año pasado cerca de 300.000 personas utilizaban las apps para hacer pedidos. Situación. El aumento de repartidores en las principales ciudades creció exponencialmente el año pasado.

FUENTE EL EXPRESO

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