Las relaciones sexuales, a veces, no se consideran satisfactorias cuando no se alcanza el orgasmo. Pero, muchas veces, más allá del placer, conseguir este clímax tiene mucho que ver con cómo nos sentimos internamente, y se forma un conflicto si no somos capaces de ello.
Es importante no tener una percepción «orgasmocéntrica» de las relaciones sexuales, ni siquiera durante la masturbación, ya que eso implicaría minimizar la importancia de todo lo que ha sucedido previamente, publica la sección de Bienestar de diario ABC de España.
El hecho de no alcanzarlo y llegar a obsesionarse con ello tiene consecuencias sobre nuestra salud mental. Un equipo de sexólogos y psicólogos recopilaron seis puntos claves de las principales consecuencias de no alcanzar el orgasmo en la salud mental.
Baja autoestima
Si el sexo se convierte en una evaluación de si se logró o no el orgasmo, la autoestima puede verse herida.
Ansiedad previa
Obsesionarse con la consecución de un orgasmo provoca que durante la relación sexual estemos pendientes solo de eso y no de todo lo demás, en un marco de ansiedad anticipatoria.
Frustración
Tanto si se pone el foco en la consecución del orgasmo como si no, la ausencia prolongada de éste acaba siendo experimentada como una disminución importante en el placer y como incapacidad para satisfacer una expectativa propia y de la pareja sexual.
Incapacidad de disfrutar de las relaciones
Si solo se actúa con la vista puesta en el orgasmo a conseguir, entonces no se actuará con espontaneidad y flexibilidad.
Reproches
En ocasiones, puede ocurrir que el foco no está puesto en una presunta incapacidad nuestra para alcanzar el orgasmo sino en las capacidades de la otra persona como amante.
Distorsión de la realidad de la sexualidad
La obtención de placer es uno de los pilares del sexo, pero reducir esta obtención al orgasmo es igual de inadecuado que reducir los objetivos del sexo a la obtención de placer, perdiendo de vista la comunicación, la vinculación, la sensualidad.
FUENTE: EL VISTAZO