Ilustraciones, agendas y esculturas que se incorporan a bisutería, llaveros y jarros, son algunos de los productos que Giannella D’Stteffano vende a través de su perfil Dollcearte en la red social Instagram.
Ella es una de los muchos jóvenes que apuestan por esta plataforma como una vitrina virtual en lugar de alquilar un espacio físico. «yo veo Instagram como un local en línea, sigue una estética, un diseño, colores claves y la gente te ubica por eso» sugiere.
Y es que pese a que no cancelan ningún costo por abrir un perfil comercial, si necesitan invertir en complementos como creación de contenido y publicidad.
Para sus campañas los emprendedores realizan sesiones fotográficas a sus productos o diseñan artes para explicar sus servicios, y por promocionar sus post o stories, la red social les ofrece tarifas que van desde un dólar hasta $1 000 dólares diarios.
También tienen otros recursos gratuitos que les ayudan a mejorar su alcance, este es el caso de los hashtags o etiquetas que permiten describir a través de palabras claves, lo que estos negocios digitales ofrecen.
¿Por qué justamente Instagram?
Aquí inician cientos de emprendimientos a diario, y la razón que parece predominar es la similitud que tiene el feed con una vitrina comercial, el uso de colores en las fotos publicadas, logotipos y otros recursos permiten darle al perfil una estética particular que posibilita posicionar la marca de forma sencilla.
El algoritmo de la aplicación que te enlaza con cuentas relacionadas, y el uso correcto de etiquetas ayuda a los emprendedores a conectarse con su target.
D’Stteffano considera que el no te tener una tienda física no ha incidido en sus ventas y que, por ‘ser tan visual’ Instagram es ideal para productos como los suyos.
FUENTE: EL UNIVERSO (EC)