«𝗡𝗼 𝗵𝗮𝘆 𝗹𝘂𝘇 𝘀𝗶𝗻 𝗼𝘀𝗰𝘂𝗿𝗶𝗱𝗮𝗱», no hay oportunidad sin riesgo. Pensemos en lo fructífero que puede resultar una circunstancia difícil, una crisis. Todo el mundo tiene en claro que el éxito es fruto directo de las decisiones acertadas, pero no tantos caen en cuenta de que esas decisiones acertadas son, a su vez, consecuencia inmediata de la experiencia y, como en una cadena, la experiencia va tomando consistencia -en gran parte- con las decisiones equivocadas.
𝗘𝗻𝘁𝗲𝗻𝗱𝗮𝗺𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗮 𝗰𝗿𝗶𝘀𝗶𝘀 𝗻𝗼 𝘀𝗼́𝗹𝗼 𝗱𝗲𝗯𝗲𝗿í𝗮 𝘃𝗲𝗿𝘀𝗲 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗹𝗮 𝗹𝗹𝗲𝗴𝗮𝗱𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗣𝗥𝗢𝗕𝗟𝗘𝗠𝗔𝗦 𝘀𝗶𝗻𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝘁𝗮𝗺𝗯𝗶𝗲́𝗻 𝗱𝗲𝗯𝗲𝗿í𝗮 𝗮𝗹𝗶𝗺𝗲𝗻𝘁𝗮𝗿 𝗻𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗮𝘀 𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝗮𝗻𝘇𝗮𝘀 𝗲𝗻 𝘀𝘂 𝗮𝗱𝘃𝗲𝗻𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗢𝗣𝗢𝗥𝗧𝗨𝗡𝗜𝗗𝗔𝗗, una oportunidad que, seguramente, nacerá de la exigencia y el desafío del momento y que ampliará el campo de nuestra creatividad.
Pero, ¿𝗤𝗨𝗘 𝗘𝗡𝗧𝗘𝗡𝗗𝗘𝗠𝗢𝗦 𝗣𝗢𝗥 𝗖𝗥𝗜𝗦𝗜𝗦?… Sí, es una situación que llega para afectar la estabilidad de una organización, que tal vez es consecuencia de un suceso extraordinario o que, por qué no, es el fruto de una larga seguidilla de sucesos. Y lo cierto es que 𝗲𝘀 𝘂𝗻 𝘀𝘂𝗰𝗲𝘀𝗼 𝗽𝗼𝗰𝗼 𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝗮𝗱𝗼, 𝗽𝗼𝗿 𝗹𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗱𝗶𝗳í𝗰𝗶𝗹𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗻𝗼𝘀 𝗲𝗻𝗰𝘂𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗮𝗴𝘂𝗮𝗿𝗱𝗮𝗻𝗱𝗼 𝘀𝘂 𝗹𝗹𝗲𝗴𝗮𝗱𝗮.
A la llegada de una crisis es momento de arremangarse, de exigirse al máximo, de dar verdaderas muestras de convicción en los valores que hasta el momento sólo defendíamos en la palabra.
Con la crisis entra en juego la creatividad y el poder de adaptación y también es tiempo (voluntaria o involuntariamente) de dejar al descubierto la verdadera personalidad.
También, en esta etapa, 𝗲𝘀 𝗰𝗹𝗮𝘃𝗲 𝗹𝗮 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗴𝗿𝗶𝗱𝗮𝗱 𝘆 𝗹𝗮 𝗰𝗼𝗻𝗳𝗶𝗮𝗻𝘇𝗮 𝗿𝗲𝗶𝗻𝗮𝗻𝘁𝗲 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗲𝗾𝘂𝗶𝗽𝗼 𝗱𝗲 𝘁𝗿𝗮𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗼 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝘀𝗼𝗰𝗶𝗼𝘀, ya que para detectar las causas internas o externas que provocaron la crisis es necesario un clima propicio que permita compartir fortalezas y debilidades, sin personalizar las culpas.
𝗛𝗮𝗰𝗲𝗿 𝘂𝗻 𝗮𝗻𝗮́𝗹𝗶𝘀𝗶𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗮𝘀 𝗰𝗮𝘂𝘀𝗮𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗼𝘀 𝗹𝗹𝗲𝘃𝗮𝗿𝗼𝗻 𝗵𝗮𝘀𝘁𝗮 𝗹𝗮 𝗰𝗿𝗶𝘀𝗶𝘀 𝗲𝘀 𝘂𝗻𝗮 𝗯𝘂𝗲𝗻𝗮 𝗶𝗻𝗶𝗰𝗶𝗮𝘁𝗶𝘃𝗮. Es importante hacer un detenido análisis del fracaso para descubrir las verdaderas causas que nos llevaron a la crisis y, así en el futuro, evitar tropezar nuevamente con el mismo escollo. CAUSA – EFECTO.
«𝙇𝙖 𝙗𝙚𝙡𝙡𝙚𝙯𝙖 𝙚𝙨 𝙥𝙪𝙚𝙨𝙩𝙖 𝙙𝙚 𝙧𝙚𝙡𝙞𝙚𝙫𝙚 𝙥𝙤𝙧 𝙡𝙖 𝙛𝙚𝙖𝙡𝙙𝙖𝙙» … El TAO
Las crisis son positivas porque nos muestran tal cual somos (para bien o para mal) y también porque nos someten a una exposición que de otra manera sería imposible tener.
Ningún hombre de negocios, y me refiero al mejor entre los mejores, ningún gran explorador, artista o científico, hizo lo que hizo por dinero. (Ej: Einstein, Mandela, Mahatma Gandhi, Budha, etc.). Ante circunstancias difíciles, 𝘀𝘂 𝗺𝗼𝘁𝗶𝘃𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗻𝗼 𝗲𝗿𝗮 𝗲𝗹 𝗱𝗶𝗻𝗲𝗿𝗼, 𝘀𝘂 𝗺𝗼𝘁𝗶𝘃𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗲𝗿𝗮 𝗲𝗹 𝗱𝗲𝘀𝗮𝗳í𝗼, 𝗹𝗮 𝗽𝗼𝘀𝗶𝗯𝗶𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗱𝗲 𝗶𝗿 𝗺𝗮́𝘀 𝗮𝗹𝗹𝗮́, 𝗲𝗹 𝗱𝗲𝘀𝗲𝗼 𝗱𝗲 𝗵𝗮𝗰𝗲𝗿 𝗮𝗹𝗴𝗼 𝗴𝗿𝗮𝗻𝗱𝗲. 𝗬 𝗲𝘀𝗮 𝗺𝗼𝘁𝗶𝘃𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗲𝘀 𝗹𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗲𝘀 𝗰𝗼𝗻𝘃𝗶𝗿𝘁𝗶𝗼́ 𝗲𝗻 𝗹𝗲𝘆𝗲𝗻𝗱𝗮𝘀.
𝗟𝗼𝘀 𝘁𝗶𝗲𝗺𝗽𝗼𝘀 𝗱𝗶𝗳í𝗰𝗶𝗹𝗲𝘀 𝘀𝗼𝗻 𝗹𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗱𝗲 𝘃𝗲𝗿𝗱𝗮𝗱 𝗿𝗲𝘃𝗲𝗹𝗮𝗻 𝗱𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝗽𝗮𝘀𝘁𝗮 𝗲𝘀𝘁𝗮𝘀 𝗵𝗲𝗰𝗵𝗼 𝘆 𝗾𝘂𝗲 𝗰𝗹𝗮𝘀𝗲 𝗱𝗲 𝗹í𝗱𝗲𝗿 𝗲𝗿𝗲𝘀. Cualquiera puede ser estrella cuando la economía es fuerte, la competencia débil y los clientes leales.
A nivel personal, durante las épocas intensas puedes descubrir tus defectos y ser consciente de tus limites. 𝗔 𝗻𝗶𝘃𝗲𝗹 𝗼𝗿𝗴𝗮𝗻𝗶𝘇𝗮𝘁𝗶𝘃𝗼, 𝗲𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗲́𝗽𝗼𝗰𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝘃𝗲𝗿𝗱𝗮𝗱𝗲𝗿𝗼 𝗰𝗮𝗺𝗯𝗶𝗼 𝗹𝗮𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗮ñí𝗮𝘀 𝗽𝘂𝗲𝗱𝗲𝗻 𝗮𝗽𝗿𝗲𝗻𝗱𝗲𝗿 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗮𝘀 𝗹𝗶𝗺𝗶𝘁𝗮 𝘆 𝗱𝗲 𝗲𝘀𝗲 𝗺𝗼𝗱𝗼 𝗰𝗮𝗺𝗯𝗶𝗮𝗿 𝗱𝗲 𝗿𝘂𝗺𝗯𝗼 𝗿𝗮́𝗽𝗶𝗱𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝘀𝗲𝗿 𝗺𝗮́𝘀 𝗲𝗳𝗶𝗰𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀, 𝗲𝗳𝗲𝗰𝘁𝗶𝘃𝗮𝘀 𝘆 𝗿𝗲𝗻𝘁𝗮𝗯𝗹𝗲𝘀.
𝗖𝘂𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗹𝗼𝘀 𝘁𝗶𝗲𝗺𝗽𝗼𝘀 𝘀𝗲 𝗽𝗼𝗻𝗲𝗻 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗹𝗶𝗰𝗮𝗱𝗼𝘀 la gente suele esconderse en su concha. Se retiran a sus bunkers. Evitan cualquier cosa que los aparte siquiera un poco de la zona de seguridad. Y, por desgracia, al hacer eso, evitan también la oportunidad de crecer, de alcanzar la maestría y obtener logros duraderos.
El ritmo de los cambios que están experimentando ahora múltiples industrias no va a aminorar. Se debe invertir en las personas y crear mejores equipos, mientras las competencias reducen presupuestos. Se debe reclutar los mejores talentos, mientras los demás se dedican a despedir gente.
Una organización puede dar muestras de agilidad en los reflejos y profesionalidad para dar vuelta una situación desfavorable y hacerla favorable.
“𝘕𝘰 𝘦𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰𝘴 𝘢𝘤𝘰𝘣𝘢𝘳𝘥𝘢𝘮𝘰𝘴 𝑝𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘴𝘦𝘢𝘯 𝘥𝘪𝘧í𝘤𝘪𝘭𝘦𝘴, 𝘦𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘴𝘰𝘯 𝘥𝘪𝘧í𝘤𝘪𝘭𝘦𝘴 𝑝𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰𝘴 𝘢𝘤𝘰𝘣𝘢𝘳𝘥𝘢𝘮𝘰𝘴”.
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