Resistencia a Antimicrobianos en Animales Podría Desatar una Pandemia

Un equipo de investigadores internacionales ha dado la voz de alarma por el potencial de una pandemia derivada de la resistencia a los antimicrobianos en animales utilizados para los alimentos, particularmente en el sudeste asiático.

El estudio, publicado en el International Journal of Food Science and Technology, advierte que los animales que consumimos podrían convertirse en una puerta de entrada para superbichos mortales, lo que representa una amenaza significativa para la salud pública mundial y la seguridad alimentaria.

“Hay una gran pandemia esperando a suceder en forma de resistencia a los antimicrobianos”, dijo en un comunicado Rajaraman Eri, decano asociado de biociencias y tecnología alimentaria del Royal Melbourne Institute of Technology de Australia.

“Vamos a enfrentar una situación en el mundo en la que nos quedemos sin antibióticos. Eso significa que no vamos a ser capaces de tratar infecciones”, continuó.

Las enfermedades resistentes a los medicamentos podrían causar hasta 10 millones de muertes anuales para 2050, según la Organización Mundial de la Salud.

El estudio identificó Asia, particularmente el sudeste asiático, como un punto caliente para la resistencia a los antimicrobianos en los animales.

La región alberga una vasta población de ganado, incluyendo miles de millones de pollos y millones de patos, ganado, búbito, cerdos, ovejas y cabras.

Si bien estos animales proporcionan beneficios económicos y nutricionales esenciales a las comunidades locales, también presentan un riesgo significativo en términos de resistencia antimicrobiana.

La coautora Charmaine Lloyd dijo que el uso excesivo y el mal uso de medicamentos antimicrobianos, especialmente para la promoción del crecimiento en animales sanos, habían acelerado la tasa de resistencia. “En la granja, la presencia de antibióticos en alimentos, suelo, escorre el agua y los residuos animales pueden contribuir a que esta resistencia se desarrolle”, dijo en un comunicado.

“Dado que las bacterias resistentes en animales pueden ser transferidas a los humanos a través de la cadena alimentaria o por contacto directo, esta vía de transmisión pone de relieve la conexión entre la salud humana y animal, haciendo hincapié en la necesidad de abordar la resistencia antimicrobiana en los animales de los alimentos”, continuó Lloyd.

Un hallado clave del estudio es la necesidad de crear una distinción entre la resistencia a los antimicrobianos y los residuos en los animales de los alimentos.

Mientras que la resistencia ocurre cuando los microorganismos desarrollan inmunidad a los agentes antimicrobianos, los residuos son restos de drogas y otras sustancias que persisten en los tejidos o productos animales.

Ambas cuestiones plantean riesgos para la salud humana, con creciente preocupación por el consumo de productos que contienen residuos antimicrobianos.

“Los residuos de medicamentos veterinarios comúnmente surgen del consumo excesivo y uso inadecuado de agentes antimicrobianos, promotores del crecimiento y otros medicamentos veterinarios en las prácticas de cría de animales”, dijo Eri.

El investigador destacó la disparidad en las regulaciones globales, señalando que si bien países como Australia tienen políticas robustas para manejar la resistencia a los antimicrobianos, muchas naciones carecen de esos controles.

“En muchos países, cualquiera puede comprar antibióticos, ya sea para uso humano o animal”, dijo.

Para hacer frente a estos desafíos, el equipo de investigación ha propuesto seis recomendaciones para los encargados de formular políticas en la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. Los Estados miembros de la ASEAN son Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam.

Las recomendaciones consisten en reconocer la diferencia entre residuos y resistencia, fomentar la colaboración regional, aplicar campañas y regulaciones de sensibilización específicas para cada país, promover la cooperación internacional, fortalecer los sistemas de salud pública e invertir en investigación para soluciones antimicrobianas alternativas y prácticas agrícolas sostenibles.

Fuente: El Productor

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