El último mes del año será de decisiones importantes. En las próximas cuatro semanas, Estados Unidos y China deberán lograr un acuerdo para evitar una guerra comercial, el Parlamento inglés debe votar el plan para el Brexit, un presidente poco ortodoxo asumirá el gobierno de la segunda economía de la región, y en Europa, Angela Merkel verá cómo eligen a su sucesor/a.
Las próximas cuatro semanas no cambiarán el rumbo de los eventos, pero determinarán qué tan profunda será la desaceleración de la economía global que se espera para el próximo año. Cifras más, cifras menos, los analistas y organismos internacionales coinciden en que 2019 será el año de la desaceleración. Estados Unidos, China, la eurozona y los mercados emergentes registrarán menores tasas de crecimiento. Esto afecta a la proyección del consumo de petróleo y otras materias primas, para las que también se proyecta una caída en sus precios.
El promedio de las proyecciones, según Focus Economics, apunta a un crecimiento global de 3,1% en 2018, desde un 3,3% esperado al cierre de este año.
Para el banco suizo UBS, el panorama no es desalentador e incluso proyecta nuevas ganancias en los mercados, pero sí advierte que la economía global está en la mayor fase de desaceleración desde 2012.
Al igual que la OCDE, UBS ve en la amenaza de una guerra comercial uno de los factores detrás de la desaceleración, por el impacto que tiene en debilitar la confianza, precisamente cuando todo apunta a que la economía está ingresando a la etapa final del ciclo.
El principal conflicto
En Estados Unidos, que este año ha confirmado su estatus de motor de la economía global, el impacto del estímulo fiscal y tributario comenzarán a decaer, mientras la Reserva Federal planea al menos cuatro alzas de las tasas de interés, en un intento de evitar el sobrecalentamiento de una economía con niveles de desempleo récord y señales de un saludable consumo interno. El consenso de proyecciones apunta a que el fin del estímulo fiscal y el ajuste monetario harán que la economía estadounidense se desacelere con más fuerza desde la segunda mitad de 2019, hasta cerrar el año con un crecimiento en torno a 2,5%. El escenario base de Goldman Sachs apunta a que el cambio de tendencia se hará sentir con más fuerza hacia 2020, para cuando se espera un crecimiento de 1,7%.
El gran riesgo a la baja de este escenario es que el actual conflicto entre Estados Unidos y China se convierta en una guerra comercial con consecuencias reales en la actividad comercial. “Si bien parece probable un agravamiento de la tensión con China, hasta ahora el impacto en la economía de Estados Unidos ha sido mínimo y mayores tensiones deberán tener un impacto limitado en el crecimiento, a menos de que se afecte la confianza de las empresas y en los activos de mayor riesgo mucho más de lo que se ha registrado hasta ahora”, afirma Jan Hatzius, el economista jefe de Goldman Sachs para Estados Unidos.
Un escenario que podría concretarse tan pronto como el 1 de enero, cuando -de no mediar un acuerdo previo- Estados Unidos elevará de 10% a 25% los aranceles a importaciones chinas por US$ 200.000 millones. El país asiático ha prometido que tomará medidas de represalia, aplicando gravámenes a productos estadounidenses. A esto se suman otras medidas, como obstáculos a la inversión entre ambos países.
El que Trump esté en plena campaña por su reelección complica el escenario. Con los demócratas en control de la Cámara de Representantes, Trump tiene escasas posibilidades de implementar un nuevo paquete de estímulo fiscal, que contrarreste la esperada desaceleración. No es que sea necesario. De hecho, varios economistas ven esta restricción con alivio, pues consideran que un nuevo estímulo podría provocar un sobrecalentamiento de la economía.
Trump preferiría tener más espacio de maniobra fiscal, pero sin esta arma y la economía en desaceleración precisamente para cuando la campaña electoral se intensifique, es de esperar que busque cosechar logros en su agenda externa. Como han señalado ya varios analistas, el conflicto con China no se limita a lo comercial. Trump parece decidido a ser el presidente que logre la apertura del mercado chino y limite su esfera de influencia, específicamente en el sector tecnológico. Es de esperar un endurecimiento de su discurso y agenda respecto a China.
“Estados Unidos y China se han convertido en rivales estratégicos y lo seguirán siendo en el futuro cercano, lo que no justifica un acuerdo de largo plazo entre ambos”, agrega Alicia García Herrero, economista jefe para Asia de Natixis Research.
Sin embargo, las proyecciones son hasta ahora optimistas y dan a una guerra comercial frontal entre las dos mayores economías del mundo una probabilidad de entre 15% y 20%.
Problemas internos
La agenda de Trump también sugiere toda una serie de problemas para el gobierno comunista chino. La guerra comercial lanzada por Trump coincide con un período de desaceleración de su economía, por razones estructurales. UBS proyecta que la economía china pasará de crecer 6,5% este año a un 6,0% en 2019. El FMI proyecta que la tasa de expansión de China comenzará a decaer el próximo año hasta caer por debajo de 6% en 2022 (5,7%).
García Herrero cree que el gobierno chino apostará por un mayor estímulo monetario y no tanto fiscal, mientras se enfoca en construir alianzas fuera de Estados Unidos. La necesidad de estímulo obligará a su vez a que Xi Jinping haga una pausa en su plan de reducir el excesivo endeudamiento. Citi proyecta que el abandono del plan de desapalancamiento hará que la deuda China llegue a un peligroso nivel de 274,5% del PIB a fines de este año.
Nuevos presidentes
De que el plan de estímulo del gobierno chino surta efecto depende mucho de la proyección para Latinoamérica el próximo año. “El factor determinante para la región es la magnitud de la desaceleración de China, por su efecto en el precio de los commodities”, enfatiza Edward Glossop, economista de Capital Economics. Si bien el ajuste monetario de la Fed tiende a perjudicar el flujo de capitales hacia los mercados de la región, el segundo factor de importancia es la evolución de políticas domésticas en las principales economías: México, Brasil y Argentina. Los tres países enfrentan un duro escenario para implementar reformas urgentes.
Diciembre aparece, nuevamente, como un mes clave. México inaugura nuevo gobierno y Andrés Manuel López Obrador ha dado señales que preocupan al sector privado. Glossop cree que la preferencia de AMLO por someter decisiones importantes a referéndum puede derivar incluso en un revés para la apertura del sector petrolerao impulsada durante la época de Peña Nieto, así como otras medidas que finalmente llevarán a un mayor déficit fiscal y obligarán a más alzas de las tasas de interés.
Las próximas semanas serán claves también para Brasil, que tendrá nuevo gobierno a partir del 1 de enero. El presidente electo Jair Bolsonaro está aumentando la presión porque la administración de Michel Temer no termine sin llevar a votación legislativa la necesaria reforma previsional. El analista de Capital Economics cree que Bolsonaro tendrá más problemas de los que ha apreciado hasta ahora el mercado para sacar adelante las reformas.
El escenario es similar para Mauricio Macri, quien con la presión de la elección presidencial de octubre, en la que buscará la reelección, podría verse tentado a no implementar en todo su rigor las reformas acordadas con el FMI. Los ajustes fiscales tendrán un alto costo político y Macri no parece tener el capital suficiente. “La inflación continuará subiendo y la economía seguirá en recesión. Esto afectará las probabilidades de reelección para Macri. Pero un cambio en la dirección de la conducción política podría poner en riesgo la continuidad de las reformas y del acuerdo con el FMI”, advierte Glossop.
A esto hay que sumar las crecientes dudas de los analistas sobre la sostenibilidad de la deuda argentina, aún cumpliendo con las condiciones del FMI.
En busca de una nueva Europa
Diciembre tampoco comenzará con buen pie para la Unión Europea. El 11 de diciembre, el Parlamento inglés deberá votar el acuerdo que el gobierno de Theresa May alcanzó con la Unión Europea para el Brexit. El escenario promete ser caótico. Al cierre de hoy, todo apunta a que el Parlamento se inclina a rechazar el acuerdo. Los impulsores del Brexit creen que May hizo demasiadas concesiones y el acuerdo implica que Reino Unido siga atado “muy de cerca” a las leyes de la UE. Quienes se oponen al Brexit quieren aprovechar el descontento por el acuerdo para impulsar un nuevo referéndum, seguros de que esta vez serán mayoría. May, quien lidera un gobierno con minoría en el Parlamento, tiene menos de dos semanas para evitar que su país se suma en un caos político. Al igual que otros analistas, Holger Schmieding, economista jefe del banco alemán Berenberg, cree que el temor al caos que podría suponer un Brexit “sin acuerdo”, es decir una separación inmediata y radical de la UE, hará que el Parlamento inglés apruebe el plan de May, ya sea en diciembre o en una segunda votación a principios de enero.
Por ahora todo apunta a que, a partir de la medianoche del 29 de marzo de 2019, la Unión Europea tendrá un miembro menos.
Con esta pérdida, la UE se encaminará el 23 de mayo a unas elecciones parlamentarias en las que se esperan dos resultados preocupantes: un aumento del poder político de partidos nacionalistas de varios países y una abstención récord. Este último factor es resultado de una creciente desconfianza en la burocracia europea.
¿Una UE cada vez más centralizada en Bruselas, como propone el francés Emmanuel Macron, o una UE con gobiernos con mayor autonomía, como defiende la coalición Salvino-Di Maio en Italia? Esa es la elección que espera en mayo a los europeos.
Mientras, como un anuncio de los cambios que vienen, en Alemania, el 7 de diciembre la canciller alemana Ángela Merkel comenzará su etapa de despedida. Merkel dejará en esa fecha la presidencia de su partido democratacristiano, con el riesgo de que tenga que terminar su período de forma anticipada. Por ahora, todo apunta a que los alemanes prefieren que culmine su gobierno en 2021. Lo que pase hasta entonces, eso sí, nadie se atreve a proyectarlo.
FUENTE: DIARIO LA REPÚBLICA (CO)