Los cortos niveles de azufre y las bajas emisiones de CO2 harían de los biocombustibles, y sus mezclas, una opción viable para cumplir con parte de la estrategia planteada por la Organización Marítima Internacional (OMI). Dicho plan tiene por objetivo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de los buques.
Aunque los biocombustibles no representan una solución definitiva al problema de la carbonización, estos podrían desempeñar un papel clave en la aceleración del proceso. No obstante, existen algunos desafíos que la industria marítima debería enfrentar antes de su uso; como la falta de conocimientos en cuanto a la manipulación y aplicación de los mismos.
Algunos de biocombustibles que podrían funcionar en esta estrategia
FAME (aster metílico de ácidos grasos): Producido a partir de aceites vegetales, grasas animales o desechos de aceites de cocina. Es el tipo de biodiésel más disponible en la industria y suele mezclarse con el diésel marino normal.
BTL (biomasa a combustibles líquidos): El BTL es un combustible sintético producido a partir de la biomasa por medio de la conversión termoquímica. Aunque el producto final puede ser un combustible a la gasolina o el diésel, también puede utilizarse en motores diésel.
HVO (aceite vegetal hidrotratado): El HVO o HDRD (diesel renovable derivado de la hidrogenación) es el producto de grasas o aceites vegetales -solo o mezclados con petróleo- refinados mediante un proceso de hidrotratamiento conocido como hidrotratamiento de ácidos grasos a hidrocarburos. El diésel producido mediante este proceso suele denominarse diésel renovable.
Reglas a cumplir
De acuerdo con el Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación por los Buques (MARPOL) los biocombustibles no deberán exceder el contenido de azufre aplicable, ni harán que el motor supere los límites de emisión de NOx -un verdadero reto-.
El cumplimiento de estos límites deberá ser respaldado con pruebas que se adjuntarán periódicamente a MARPOL.
FUENTE: MUNDO MARITIMO (CL)