En el campo de la biotecnología, las empresas recurren a fórmulas innovadoras y libres de químicos para crear los biocontroladores, productos hechos con microorganismos.
La sigatoka es una de las plagas más comunes del banano, uno de los principales productos de exportación de Ecuador. Si bien, los productores han usado químicos por décadas para tratarla, ahora tendrían en sus manos una alternativa biológica: los biocontroladores.
Se trata de insumos biológicos que ya se han probado en suelo ecuatoriano y capaces de controlar la sigatoka y otras plagas, detalla el gerente de la división de Banano de la empresa agrícola Syngenta, Carlos Pozo. Pero, ¿qué son exactamente los biocontroladores? Pozo explica que básicamente son microorganismos, que se obtienen del ambiente, el agua o animales, “para producir ciertos insumos usados en la agricultura y controlar enfermedades o plagas”.
En su esencia, son hongos y bacterias puestos al servicio de otros organismos vivos, como las plantas y cultivos. La técnica detrás de la elaboración de los biocontroladores es prometedora, de acuerdo con la FAO, porque estos productos tienen la capacidad de revolucionar la forma de cultivar “nuestros alimentos, con una agricultura más saludable para las personas, los consumidores, las comunidades y el ambiente”.
Aunque también es un mercado millonario, puesto que el negocio de los tratamientos biológicos, tanto para semillas y control de plagas, prevé un crecimiento de USD 1.600 millones en 2030. Los biocontroladores, paso a paso La mayoría de los agricultores y productores saben que un cultivo mejora con riego y abono, pero pocos son conscientes del rol de la biodiversidad y el ambiente.
En un intento por producir más, a veces en menor tiempo, y combatir plagas, recurren a costosos plaguicidas y fertilizantes. Como técnica opuesta a los químicos, surgen estos biocontroladores, que se han utilizado con buenos resultados en países de la región como Argentina.
En este país, la FAO dirige capacitaciones para pequeños agricultores y que elaboren sus propios productos. Para entender qué es y cómo se crea un biocontrolador, piense en una serie de hongos y bacterias que se extraen de plantas y luego se reproducen en laboratorios, a cargo de un equipo de ingenieros químicos, agrónomos e investigadores, y bajo ciertas condiciones de temperatura, luz y humedad. “No puede ser cualquier laboratorio, debe ser un lugar especializado que pueda duplicar estos microorganismos de forma segura para al final el producto sea de beneficio y no cause daños”, precisa Pozo de Syngenta.
Al momento, Syngenta, originaria de Suiza y con una división de investigación y desarrollo para la protección de cultivos, trabaja en la producción de un insumo biológico para controlar otra de las enfermedades más peligrosas para el banano: el hongo Fusarium.
En 2024, se realizarán las primeras pruebas de campo en Ecuador y una vez que se obtengan buenos resultados, podrá obtener las certificaciones y salir al mercado local. Libres de agroquímicos Se estima que hasta tres tercios de los plaguicidas y otros agroquímicos no llegan a la planta, sino que se diluyen en el agua, contaminando fuentes hídricas y afectando a otros animales. Por fortuna, el mercado está cambiando y desde 2018, por ejemplo, Europa prohíbe el uso de tres químicos usados en pesticidas: clotianidina, imidacloprid y tiametoxam.
La prohibición llegó luego de que la Agencia Europa de Seguridad Alimentaria (EFSA) alertara sobre los riesgos de estas moléculas, no solo para la salud humana, también para las abejas, los principales polinizadores en el mundo. Después de todo, los europeos saben que sin abejas pueden desaparecer muchos de los alimentos que se consumen.
Por ello, el surgimiento de los insumos biocontroladores es también una respuesta a las exigencias de la Unión Europea (UE), que exigen nuevos estándares de calidad en los alimentos que compran, y en el caso de Ecuador esto abarca al banano. Al menos, el 29% de la fruta ecuatoriana se exporta a la UE, según datos del gremio exportador Acorbanec, en octubre de 2023. “El mercado, especialmente el europeo, está exigiendo poco a poco que los productos y alimentos sean producidos con menor carga química”, reconoce Pozo de Syngenta.
Ante ello, otras empresas se han volcado a la producción de inoculantes biológicos, con miras a generar mejores prácticas para el medio ambiente. “Aún hay agricultores escépticos, y piensan que mientras el producto apeste más, controlará mejor la plaga. Pero con tecnología e innovación, estamos cambiando esos principios”, añade Pozo.3
Fuente: El Producto