“Vamos a ser un vecino amistoso, el mejor amigo y aliado que la UE pueda tener, trabajando mano a mano siempre que nuestros valores e intereses coincidan, mientras se cumple el deseo soberano del pueblo británico de vivir bajo sus propias leyes soberanas hechas por su propio Parlamento soberano”, afirmó el primer ministro Boris Johnson ante los diputados británicos durante el debate parlamentario para aprobar el histórico acuerdo comercial pos-Brexit con la Unión Europa que entró en vigor ayer.
Johnson prometió que su país será “el mejor amigo y aliado” del bloque europeo tras su separación definitiva que se concretó ayer a medianoche.
“El destino de este gran país está ahora firmemente en nuestras manos”, subrayó Johnson, el hombre que tomó las riendas para concretar la histórica salida del bloque.
Alcanzado in extremis el 24 de diciembre, una semana antes del fin del periodo de transición pos-Brexit, el tratado de libre comercio entre el Reino Unido y los 27 entró en vigor ayer a las 23:00 de Europa.
Un día antes, los presidentes de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el Consejo Europeo, Charles Michel, firmaron el texto en una breve ceremonia en Bruselas.
El acuerdo es un complejo texto repleto de detalles técnicos, unas 1.200 páginas, según medios británicos.
Con este nuevo pacto comercial, la UE ofrece a su exsocio, y primer miembro en abandonar el bloque un acceso inédito sin aranceles ni cuotas para su inmenso mercado de 450 millones de consumidores.
Esta apertura irá acompañada de estrictas condiciones: las empresas del Reino Unido deberán respetar un número de normas que evolucionarán con el paso del tiempo en materia de medioambiente, derechos laborales y fiscales, para evitar cualquier competencia desleal entre las partes involucradas.
Y también un mecanismo permitiría a ambas partes activar rápidamente medidas, como aranceles, en caso de divergencias sobre estas normas. La UE reclamó también garantías en materia de ayudas públicas para lograr el pacto.
Durante los más de diez meses de negociaciones, un tiempo récord, el acceso de los pescadores europeos a las ricas aguas británicas fue la mayor traba de las conversaciones.
La cuestión pesquera no tiene en realidad gran peso económico, pero sí una importancia política y social para varios Estados miembros, como Francia, Holanda, Dinamarca o Irlanda. Pero el Reino Unido insistía en convertir este tema en la prueba de su soberanía tras su divorcio con el bloque.
Por otro lado con su salida, Reino Unido, que como miembro de la UE tenía acceso a unos 40 acuerdos comerciales con más de 70 naciones en todo el mundo, deberá trabajar para establecer sus propias reglas comerciales con el mundo.
FUENTE: EL UNIVERSO (EC)