Al cierre de 2016, apenas 22% de la población colombiana dijo tener confianza en las obras del Gobierno, mientras que el promedio en América Latina fue de 36,1%.
De acuerdo con el último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) respecto al avance de América Latina en términos monetarios y sociales, Colombia ha avanzado en diferentes indicadores económicos al reducir el índice de personas que viven con menos de US$5 desde 42,6% en 2008 a 28,5% en 2016. Si bien esto demuestra una tendencia contraria al resto de la región, donde la cifra promedio llegó a 37,7%, los analistas aseguran que la inequidad laboral y la desconfianza en las instituciones aún amenazan el desarrollo de la nación.
“Los recaudos en el país se hacen de manera inequitativa porque están cargados sobre la clase media y baja con la compra de bienes y servicios que finalmente terminan pagando las empresas y no los verdaderos beneficiados”, dijo César Ferrari, profesor de economía en la Universidad Javeriana.
Otro de los factores sobre los que alertó la Ocde fue el predominio de una alta informalidad. Desde 1990 hasta 2017, el PIB colombiano casi se duplicó y, además, el organismo internacional advirtió que 46,8% de la fuerza laboral se encuentra en estado de vulnerabilidad.
El resultado se extiende a la calificación en el Índice Gini, que mide la inequidad en los ingresos de la población, donde el país sigue muy de cerca a Brasil con una tasa de 50,8%.
“Este es un gran problema en Colombia, pues casi más de la mitad de los trabajadores pertenece al sector informal. Esto significa que no pueden aportar a un sistema pensional ni tienen los mecanismos para poner querellas en caso de presentarse acoso.
En términos de equidad, tampoco pueden exigir un salario justo ni condiciones como señala la legislación”, indicó Iván Jaramillo, director del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario.
Según los analistas, estas condiciones se traducen en menores ingresos para el gobierno, pues hay menor control sobre los devengos. Además, señalan que el ingreso total de impuestos por el porcentaje del PIB fue de 19,8% en 2016, muy por debajo del 34,3% promedio de los miembros de la organización y del 22,7% en América Latina.
“Las últimas reformas tributarias no han permitido aumentar ese 19,8%. Para que el país avance en su agenda de desarrollo necesita una reforma tributaria distinta a las de los últimos años, que grave a los que registran patrimonios más altos y no a los que consumen”, añadió el profesor de economía.
La Ocde destacó, en su informe por país, la consolidación del programa Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad impulsado por el actual gobierno paras solucionar estos problemas, pues ayudaría a sectores como el bioenergético, la minería, el transporte y la logística.
El capítulo que dedicó la Ocde al análisis macro de Colombia, también habla de la relación entre los ciudadanos privados con las instituciones colombianas como una de las principales razones por las que hay baja inversión social en el país. Al menos 86% de la población piensa que hay corrupción en todas las instituciones del Estado y sus filiales y no confían en ellas. “Este es el índice de desconfianza más alto de toda América Latina.
Las personas no creen que los impuestos se traduzcan en bienes públicos ni que se construya la infraestructura adecuada, esto se ve reflejado en las arcas del Estado”, agregó Ferrari.
Al cierre de 2016, apenas 22% de la población colombiana dijo tener confianza en las obras del Gobierno, mientras que el promedio en América Latina fue de 36,1% y en los países de la Ocde fue de 45%.
¿Y cómo mejoramos? Una de las principales estrategias que expuso la Ocde para estimular el desarrollo en Colombia fueron los fondos internacionales que llegaron en 2017. Según los cálculos, los principales donantes fueron Estados Unidos (48%), la
Unión Europea (10%) y los Emiratos Árabes Unidos (8%). De la cifra total, 48% se invirtió en el desarrollo del proceso de paz con las Farc, 30% al desarrollo rural y 15% en la conservación y el cuidado del medio ambiente.
La Ocde concluye que en los próximos años el país podría transitar al club de las naciones con ingresos altos, pero que estas realidades debilitan su capacidad para cubrir las necesidades socioeconómicas y mejorar el bienestar de sus ciudadanos.
Panorama en América latina
Sobre los países latinos, el órgano señaló que la baja productividad, la vulnerabilidad social, el atraso en las instituciones y el daño que se hace al medio ambiente, son las cuatro razones que impiden el desarrollo. “Los principales problemas que tiene la región son un síntoma casi homogéneo. En el caso de México, que representa la segunda economía más grande de América Latina, reina la tasa de informalidad y la economía oculta, lo que hace difícil la inversión pública”, dijo José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el
Crecimiento Económico (Idic).
Además de los problemas internos, la región también es vulnerable a la desaceleración global. En 2018, las economías se beneficiaron de un mercado dinámico en el sector de hidrocarburos y otras materias primas gracias al consumo, no obstante, se espera que el precio de los bienes se mantenga estable y se reduzca el poder adquisitivo.
“El crecimiento global de este año no será negativo, pero sí afectará a las economías que dependen de un crecimiento sostenido, como es el caso de Argentina y Brasil. Esto constituye retos en términos de política fiscal que cada país tendrá que enfrentar”, añadió el director del Idic en México.
Los analistas de la Ocde coinciden en que el crecimiento económico de la región ha sido insuficiente para la reducción de la pobreza y la desigualdad gracias al ciclo de las compensaciones y a los esquemas tributarios. Además, invitan a los gobiernos a medir el desarrollo con indicadores distintos al PIB.
FUENTE: DIARIO LA REPÚBLICA (CO)