El crudo no cuesta nada y es una hecatombe. Pero el país puede mirar hacia otros horizontes.
La caída del petróleo a escala mundial plantea varios escenarios para Ecuador y puede ser una nueva oportunidad para mirar hacia otros horizontes productivos, señalan expertos petroleros y economistas consultados por La Hora.
Por el momento, el panorama es incierto en Ecuador, que de acuerdo con las proyecciones oficiales, se había planeado una producción de 154 millones de barriles para 2020, aproximadamente, mientras que se calculó el precio de cada barril en 51,30 dólares.
El ministro de energía, René Ortiz, manifestó que la baja drástica del precio del petróleo provocó un achicamiento de la economía, la misma que se recuperaría tras un largo proceso, para lo que además se requerirá de la credibilidad internacional, sobre todo en lo que se refiere a respetar los contratos y compromisos previamente adquiridos.
Las alternativas
Fernando Santos Alvite, exministro de Energía, manifiesta que lo sucedido con el precio del crudo es algo nunca visto, que nos ha llevado al “pánico, miedo, temor y angustia”, pero que hay la perspectiva de que la situación se verá mejor en las próximas semanas.
En el caso de Ecuador, que la mayor parte de su presupuesto depende de los ingresos petroleros, la afectación es mayor, por lo que cree que es hora de mirar hacia otros lados. Se puede recurrir a la minería, que a pesar de ser una industria que toma tiempo en su producción, puede reemplazar al petróleo, sugirió.
Además, recomienda que el Estado maneje con precaución los pocos dólares que le quedan, reducir el gasto, generar mayor austeridad en el sector público y vender varios activos como, por ejemplo, hidroeléctricas, petroleras, transporte y permitir que el sector privado “se haga cargo y colabore con la marcha del Estado en esta crisis”.
Cree conveniente no endeudarse más y, de requerirlo, no acudir a China, sino a organismos internacionales con los que se tiene buena relación.
‘Lado positivo’
El profesor de economía en la Universidad San Francisco de Quito, Carlos Uribe, manifestó que, si bien en los actuales momentos la baja del precio del petróleo afecta severamente a la economía del país, sobre todo porque hay que enfrentar la pandemia sin una fuente de ingresos importante, también hay un aspecto que se debe destacar.
Ese lado positivo, explicó, es que Ecuador no solo exporta petróleo, sino también importa hidrocarburos, actividad que por el momento está paralizada, pero que cuando se reanude, a lo mejor después del levantamiento de la cuarentena por el Covid-19, “los precios del petróleo estarán a nuestro favor, e importaremos derivados más baratos”.
Lo que sí advirtió es que la recuperación económica será lenta y dependerá del levantamiento paulatino de la cuarentena para evitar colapsos de los sistemas sanitarios y, por ende, económicos. (CM)
Incremento de reservas
Fernando Reyes, del Colegio de Ingenieros de Petróleo, manifestó que, si Ecuador deja de entregar petróleo a China y Tailandia, que representa el 70% de la producción nacional que es de 154 millones de barriles anuales, estaría incrementando sus reservas.
Esto ayudaría a que, cuando la situación se normalice, el país tendría petróleo para vender y obtener algo de ingresos, más que nada si es que se llega a fijar el precio en 20 dólares, tal como se anuncia a escala internacional.
Pero antes, sugirió que Ecuador transparente la forma en como está obteniendo los castigos, debido a la calidad del crudo y que, incluso, intervenga en los costos de producción y el transporte para que se pueda obtener mejores precios.
El castigo al precio del crudo ecuatoriano
Según Fernando Reyes, del Colegio de Ingenieros de Petróleo, el castigo en el precio por barril de petróleo ecuatoriano, se debe a que es de menos calidad que el WTI, que es de 39 grados, y complica los procesos de refinación.
Por ejemplo, el crudo oriente tiene 24,5 grados API, y el crudo Napo 18 grados API, lo que quiere decir que en el momento de la refinación proporcionan menos gasolina, menos diésel y menos gas licuado.
FUENTE: LA HORA