EE.UU. exportó productos petroleros por un valor de USD 15.000 millones ese mes, según los datos publicados por el Departamento de Comercio. Las importaciones rondaron los USD 14.750 millones. Es decir, la mayor economía del mundo fue exportadora neta por 250 millones. Era cuestión de tiempo que se llegara a esta marca, que debe aún sostenerse y que está expuesta a factores como el tipo de cambio del dólar.
Este es el primer superávit en cuatro décadas, sin embargo, muestra el cambio en el mercado que siguió a la revolución del fracking. Este método de extracción permitió explotar al máximo viejos yacimientos y abrir nuevos pozos. La brecha en los intercambios se fue así cerrando progresivamente y propició que EE.UU. dejara de ser importador neto. Actualmente, controla el 18% de la producción mundial.
Era una situación impensable cuando el expresidente George Bush firmó hace doce años un decreto para garantizar la autosuficiencia energética de EE UU. Jimmy Carter también puso antes que él especial atención a la necesidad de reducir la dependencia de la economía en las importaciones de crudo. Lo que no anticiparon es que el fracking iba a convertirle en el mayor productor del planeta.
La US Energy Information Administration estima que la producción de petróleo ronda actualmente los 12,6 millones de barriles diarios. Los 10 millones de barriles se superaron en febrero de 2018. Ya en noviembre del pasado año las exportaciones combinadas de crudo, gasolina y otros combustibles derivados del petróleo superaron las importaciones durante una semana, algo que no pasaba desde 1973.
Veto al «fracking»
La producción de energía es uno de los asuntos a debate entre los candidatos a la nominación demócrata a las presidenciales de 2020, en el marco del discurso sobre el cambio climático. Los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders plantean prohibir el fracking por completo si llegan a la Casa Blanca. Pete Buttigieg quiere hacerlo de una manera más escalonada, empezando por los nuevos pozos.
El dato con los intercambios comerciales se conoció después de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), a la que no pertenece Estados Unidos, rebajar las previsiones de crecimiento de la demanda global a medio y largo plazo. Ahora proyecta que se elevará a 104,8 millones de barriles diarios en cinco años y que suba a 110,6 millones diarios en 2040.
Cita al hablar de esta moderación “señales de estrés” en la economía. Los últimos 12 meses, añade el cartel, fueron “complicados”. Los 14 miembros de la OPEP esperan que su producción se reduzca a 32,8 millones de barriles diarios durante los próximos cinco años, frente 35 millones que proyectan para el conjunto de 2019. Esto sucede, añaden, mientras EE.UU. sigue incrementando la producción.
Desaceleración
Mohammad Barkindo, secretario general de la OPEP, señala en todo caso que empieza a ver una desaceleración en el crecimiento de la producción también en EE.UU. Explica que es resultado del “crecimiento sin precedente que se vio durante los últimos dos años”. El precio del barril que se negocia en EE UU cayó un 20% en el último año como reflejo del incremento de la oferta. El Brent lo hizo un 30%.
Esa tensión se refleja en el conjunto de la balanza comercial. El déficit se redujo un 5% en septiembre, a 52.500 millones. Ese mes entró en vigor la última batería de aranceles en la batalla de este país contra China. La brecha con la economía asiática se redujo un 13% durante los últimos nueve meses, pero fue compensado por los incrementos con países como México, Corea del Sur y Vietnam.
FUENTE: REVISTA EKOS (EC)