El mercado vive la mayor rotación de renta variable a fija de la historia

Si algo han demostrado los últimos 12 meses es que las entradas de dinero en fondos y el comportamiento de las bolsas no tiene por qué tener una correlación positiva. En un año los productos de renta variable han visto salidas continuadas de 246.000 millones de dólares (224.000 millones de euros), independientemente de que la renta variable haya cotizado a la baja -como entre septiembre y diciembre de 2018- o al alza -como todo este año-.

Y, mientras el goteo de salidas de dinero de la bolsa era constante, en la renta fija se producía el movimiento contrario, con entradas de 780.000 millones de dólares (unos 710.000 millones de euros).

Así, la diferencia de flujos entre la bolsa y los bonos roza el billón de euros en los últimos 12 meses, el mayor cambio en la asignación de activos de toda la historia. «Dobla los 500.000 millones de dólares que hubo de diferencia en los 12 meses entre diciembre de 2017 y diciembre de 2018», apuntan desde Bernstein. Eso sí, en la casa de análisis reconocen que en términos de porcentaje de activos bajo gestión las salidas registradas en 2008 fueron más importantes.

En opinión de los expertos, este posicionamiento defensivo se explica por los temores del mercado a la debilidad de la economía global. «En un contexto de tipos cercanos al 0% o en negativo, si tomamos al pie de la letra las decisiones de asignación de capital, implican que los inversores en bolsa tienen una visión muy bajista sobre las perspectivas de retorno de las acciones», concretan en Bernstein. En este contexto, los inversores en renta fija logran fuertes ganancias en el año.

«Una hipótesis común es que el inversor retail tiende a comportarse en función del momentum, por lo que desde esta perspectiva su precaución este año es una sorpresa dado el buen comportamiento de las bolsas», explican desde JP Morgan. Así, en el banco americano defienden que «el minorista se defiende por el momentum» pero que tienden a responder más «por el largo plazo que por el corto».

Los flujos, a contrapié

Sin embargo, si algo ha demostrado la historia es que los inversores retail suelen ir a contrapié y que los flujos de fondos tienden a ir por detrás del comportamiento de los activos. «Sospechamos que la forma cautelosa de actuar de los inversores en 2012 y 2016 fue consecuencia de las correcciones vividas en 2011 y 2015. De hecho, el minorista respondió a los movimientos alcistas de 2012 y 2016 con un gran retraso, realizando fuertes compras de bolsa en 2013 y 2017», apuntan desde JP Morgan.

Según los datos recopilados por la consultora norteamericana Dalbar, en 2018 el inversor medio de fondos de bolsa de EEUU tuvo pérdidas del 9,4%, frente al 4,4% que se dejó el S&P 500, lo que ha sido la norma durante muchos años. En los últimos 20 años el S&P 500 ha subido un 5,62% anualizado, frente al 3,88% que ha ganado el inversor medio en el periodo.

«Si la historia sirve como una guía, estos periodos de salidas de dinero tienden a ser el preludio de unos mejores retornos para las bolsas en los 6 meses siguientes. Esto se acentúa por la continúa repatriación de dinero por parte de los inversores de fuera de Estados Unidos, una circunstancia que normalmente ha sido una señal táctica de un excesivo pesimismo y de un buen momento para los retornos en renta variable durante los siguientes 12 meses», indican en Bernstein.

El caso de Europa

Si los fondos de bolsa han sufrido una sangría a nivel global, el caso de la renta variable europea aún es más grave. Este año han salido 97.000 millones de dólares y, echando la vista más atrás, la huida alcanza los 200.000 millones de dólares en 3 años, una situación que algunos consideran estructural

En Société Générale creen que hay tres motivos que han llevado a este movimiento: «El rebalanceo a fondos de bolsa global, la entrada en productos de renta variable emergente y la competencia del capital privado».  «Más allá de un comportamiento decepcionante de los índices de bolsa y de la falta de visibildad en la región por la política, el Brexit o la guerra comercial, estos fondos han sufrido un fuerte rebalanceo durante los últimos 3 años dentro de la asignación de capital global. Y esta tendencia debería continuar un tiempo», reflexionan.

Una de las claves ha estado en la desconfianza de los inversores norteamericanos, que siguen sin volver a la bolsa europea. «Los inversores de EEUU siguen vendiendo bolsa europea cuando los domésticos han comenzado a comprar 18 meses después», indican en UBS, donde creen que hay 3 catalizadores que les podría hacer volver: un crecimiento de beneficio más elevado que en EEUU, un mayor uso de la política fiscal y un aumento de la actividad corporativa ante el bajo coste de financiación.

Las cotizadas salen al rescate

A pesar de las fuertes salidas de dinero que se han producido en los últimos 12 meses en los fondos de bolsa, la renta variable global sigue cerca de máximos históricos. Y es que esta huida es una gota en el mar de liquidez que han inyectado las cotizadas. Según  datos de Bernstein, las empresas han realizado recompras por 820.000 millones de dólares (casi 750.000 millones de euros) en el mismo periodo y las operaciones de fusiones y adquisiciones completadas y anunciadas alcanzan un nivel de 1,3 billones de dólares (1,2 billones de euros).

«En vista de que han entrado 2 billones de dólares a través de las empresas, ¿a quién le importa que se hayan vendido ‘solo’ 246.000 millones», inciden en Bernstein. Con todo, hay quien cree que si los inversores ‘retail’ no vuelven a las bolsas -incluso aunque sea con retraso-, estas comenzarán a notarlo: «La falta de capital del inversor minorista representa una vulnerabilidad para la bolsas, que quedan a merced de los institucionales», inciden en JP Morgan.

FUENTE: EL ECONOMISTE (ES)

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