La Madriguera, un espacio para vivir la experiencia de la lectura y sentir la calidez de un hogar

Al ingresar, la mirada se cruza rápidamente con un Stan Lee de cartón, enseguida unas jóvenes sonrisas se asoman como señal de bienvenida, libros por todos lados, desde novelas, poemarios, cuentos, best sellers y hasta mangas. El olor particular de los libros nuevos se conjuga con el del café de Zaruma –el preferido del lugar–. A primera vista se percibe un ambiente de hogar, una guarida en donde descansar en la lectura, dando cumplimiento a su nombre: La Madriguera, librería de Guayaquil, que hace poco estrenó nueva casa –literal– al norte de la ciudad.

De dos pisos, el lugar destina mayormente su espacio a la literatura juvenil. “Ampliamos nuestra sección juvenil con nuevas editoriales. También vamos a recibir más títulos del Fondo de Cultura Económica, además se van a incorporar nuevas editoriales”, indica María Fernanda González, propietaria de la librería junto a su esposo, Steven Espinosa.

Subiendo siete escalones –que recrean el lomo de un libro cada uno–, puff coloridos, un piso de césped, cuentos y novelas ilustradas sitúan a los visitantes en la zona dedicada a los más pequeños. “La zona infantil está adecuada con las medidas de seguridad establecidas por el COE. Es un espacio amplio, ventilado, dedicado solo para niños, que se desinfecta todos los días”, asegura.

Otro de los atractivos del lugar es la cafetería, la cual ofrece desde –además de café y sus especialidades– té, dulces, tortillas de verde, humitas, vinos espumantes, sangrías y más. Menú que los visitantes pueden disfrutar al aire libre, en una zona ubicada al final de la librería, muy cerca de una piscina.

Es de esta forma, como la pareja de emprendedores busca ofrecer lo que definen como “la experiencia madriguera”. “Entonces ese concepto de hogar, de abrazarte, de sentirte bienvenido, de que no vengas solo a hacer una compra, sino que vengas a vivir una experiencia de lo que es tener libros, de lo que es soñar a través de las letras, se ven materializados en este lugar”, expresa Espinosa.

“Se volvió una casa, donde puedes encontrar risas, donde puedes encontrar melancolías, porque hay gente que viene triste a refugiarse en un libro también”, agrega González.

Fuente: Diario el Universo (EC)

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