La verdad y secretos de Cantuña

El experto en tradiciones y leyendas quiteñas, Marco Chiriboga Villaquirán, dice que “efectivamente hay registros que no sólo verifican la existencia real de este indígena, sino que también detallan sobre los trabajos que realizó como albañil y las donaciones generosas que hizo a la orden de los religiosos franciscanos”.“En numerosos documentos históricos, que incluso constan en el Archivo Nacional de Historia, se registra en el siglo XVIII al indígena de nombre Francisco Cantuña como un herrero y cerrajero rico, que hizo su fortuna con su labor especializada en el Convento de San Diego y de San Francisco y que, incluso en este último sitio, compró a los franciscanos un lugar para ser enterrado”.

En un texto de referencia sobre la historia ecuatoriana, el escritor Juan de Velasco también registra a Cantuña como el personaje que entregó el tesoro de Rumiñahui a un español, pero se lo quedó a la muerte de éste.

Velasco inicia su libro ‘Historia Moderna’ con una frase a este mítico personaje: “El año de 1574 murió Cantuña, indiano nativo de la ciudad de Quito; y con su muerte se declaró el gran misterio sobre los tesoros de los incas Atahualpa y Huaynacapac, escondidos por el tirano Rumiñahui”.

La leyenda

Lejos de estos registros históricos, se cuenta que de forma desesperada Cantuña hizo un pacto con el Diablo para que le ayude a concluir la construcción del atrio del Convento de San Francisco. Justo a tiempo, antes del amanecer, en el plazo que Cantuña se había comprometido con los franciscanos el Diablo y un ejército de diablillos concluyeron la obra, pero se les olvidó colocar la última piedra. La ausencia de esta piedra salvó el alma de Cantuña, remarca la historia popular.

Xavier Cevallos, monitor de la empresa Turística Quito Eterno, quien realiza recorridos turísticos teatralizados en el centro histórico comenta: “La piedra faltante de la construcción de este templo encomendada a Cantuña está acá en la mente prejuiciosa y racista de quiteños y quiteñas que no podían soportar que un indio fuera más rico que ellos y que decían que la riqueza se la había dado el Diablo”.

“Esta leyenda hay que seguirla contando a los niños. De pequeños hay que comentarles sobre dicha historia, háganles buscar la piedra, pero de grandes hay que decirles la verdad”, concluye Cevallos. (JCER)

FUENTE: LA HORA

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