Este 2020, la celebración ancestral se trasladó a las redes sociales debido a la pandemia. Sin embargo, esto no les importó a los espectadores, que se conectaron para seguir el desarrollo de la ceremonia y participar de forma virtual
Cada junio, la Yumbada de Cotocollao se toma la plaza central de esa parroquia del norte de Quito.
Cada junio, la Yumbada de Cotocollao se toma la plaza central de esa parroquia del norte de Quito.
El Cabecilla o Gobernador Grande, los monos, los priostes, el Rucutayta, el Yumbo Mate, la Yumba, el Yumbo Auca y los Cayambis danzan al ritmo que les marca el Mamaco, quien con el tambor y el pingullo imita sonidos de la naturaleza como el viento, el sonido de las montañas y el canto de las aves.
Esta fiesta sagrada tiene sus raíces en la era prehispánica y se mantiene vigente. Aunque el ritual como se lo desarrolla en la actualidad, se retomó hace unos 20 años por iniciativa del tayta Segundo Morales.
Este año, las familias de Cotocollao se organizaron para danzar y bailar desde casa por la emergencia que prohíbe eventos masivos debido a la pandemia mundial. “Este año extrañamos la chichita de la familia Quisphe Chaguamate, pero nos dice el yumbito: ‘debemos quedarnos en casa para danzar con fe y unidad el próximo año’”, señala Diego Simbaña.
Él es parte de este rito desde hace siete años por herencia de su abuelo Manuel María Tatayo y de su tío Miguel Simbaña, quien participó por 89 años y falleció en 2019 a la edad de 101 años.
La Yumbada de Cotocollao es definida por sus danzantes como un ritual para las montañas, que se realiza con el propósito de la sanación de las personas y en agradecimiento a la naturaleza por todo lo recibido. “Es tratar de sanar la tierrita, sobre todo, en estos tiempos con lo del coronavirus la tierra se vuelve a reconstruir, a renacer. Para mí representa eso, curar la tierra y proteger a los seres vivos”, asegura Diego.
Antiguamente solo bailaban hombres y sus esposas los vestían y ayudaban en los preparativos. Una de las mujeres que hizo historia es Fanny Morales, hija del tayta Segundo, quien al fallecer su padre, se convirtió en Cabecilla o Gobernadora Grande, cargo que era exclusivo de hombres.
Desde hace ocho años, ella se dedica a perpetuar la tradición de la Yumbada. “Toda la vida he vivido entre yumbos, pero antes no se hacían conocer, eran recelosos”, cuenta Fanny.
La fiesta dura tres días, pero antaño se extendía por ocho y hasta 15 días. Este año, 60 danzantes con edades entre cuatro y 78 años, participaron de la Yumbada. Cada familia representó una parte del ritual que se transmitió a las 11:00 a través del Facebook Yumbada de Cotocollao.
Los organizadores resumen el rito, que según la costumbre, inicia con la denominada “Recogida” que consiste justamente en recoger de casa en casa a los danzantes. Inicia un viernes por la noche y concluye al amanecer del sábado. Comienza en la casa de la cabecilla Fanny Morales en el sector del Parque de los Recuerdos y concluye en La Delicia.
El segundo día es la “Víspera”. Amaneciendo el sábado, el Mamaco va entonando la música para que los danzantes pasen saludando a los priostes por sus viviendas, donde comparten comida y bebida hasta caída la noche, es decir, la víspera del domingo, día en que se cumplen los rituales.
El tercer día se hace la Matanza del Yumbo y la Toma del Parque de Cotocollao. En el ritual de la matanza, un cazador persigue a un saino (cuchi) a través de los yumbos que representan a los cerros, lo alcanza y le clava una chonta. Cuando muere, los yumbos y los monos lo cubren con una chalina hasta que el asesino vuelva, lo resucite y le pregunte: cómo estuvo la otra vida, cómo están las montañas, los familiares que están allá. Así conversan y se hermanan otra vez.
Según investigadores, la matanza conmemora el encuentro de los pueblos Quitu y Cara; se trata de un episodio que recuerda la mítica alianza de dos clanes hermanos y ancestrales.
La Yumbada de Cotocollao coincide con el Inti Raymi y con el Corpus Christi, pero no es parte de esas festividades, aunque sí guarda un sincretismo. Los danzantes de la Yumbada se consideran descendientes directos de los Quitu – Caras, aunque muy pocas tradiciones se mantienen de los primeros pueblos de Quito.
El pasado domingo 21 de junio se efectuó la transmisión virtual de esta tradicional festividad, la cual tuvo el formato online debido a la pandemia del covid-19. Aunque al inicio hubo algunos problemas técnicos, finalmente se logró emitir la celebración a través de la página de la red social Facebook “Yumbada de Cotocollao”.
Esta fue la primera vez que se hizo una transmisión virtual y el público quedó satisfecho, pues lo más importante era compartir esa fiesta. Uno de los espectadores, Julio Chaguamate, escribió: “Sería bueno recordar a algunos antiguos ya fallecidos, como el mismo don Pedro y Alfonso Morales, mi padre Alfonso Chaguamate q bailó x 20 años y q los yumbos nacieron en carretas y Calderón la familia Muquinche q eran los monos mamaco d san Luis”.
Paúl Espinosa, otro espectador, señaló a su vez: “Dios les pague Fanny Morales , Javier Herrera y demás compañeros de la Yumbada de Cotocollao por compartir las tradiciones y demostrar que aun cuando haya dificultades, con el sentido de hermandad que caracteriza a los Yumbos se pueden conseguir muchas cosas buenas. Saludos de parte de la Yumbada Mayor de San Isidro del Inca”. (I)
Fuente: Diarioi El Telegrafo.