Has volado, se te han caído los dientes y has perdido los zapatos sin moverte de la cama. ¿Tu mente está tratando de decirte algo que aún no sabes?
Dientes que se caen, zapatos y ropa que desaparecen, lugares a los que intentamos llegar pero por unas causas u otras no logramos avanzar. Todas las culturas del mundo tienen una serie de sueños y pesadillas que se repiten, lo que incrementa aún más lo mágico y maravilloso que es el mundo onírico, ese lugar bello, misterioso, disparatado a veces y terrorífico en otras, al que todos podemos acudir independientemente de nuestra clase social cuando cerramos los ojos y dormimos.
Los sueños han llamado la atención de todo el mundo desde tiempos inmemoriales y son muchos los que han tratado de desentrañar sus mensajes con más o menos suerte. Los surrealistas como Dalí, Magritte o Chirico, por ejemplo, los plasmaban en cuadros llenos de referencias sexuales, manzanas y maniquíes abandonados en grandes explanadas. Tú, por tu parte, te preocupas cuando fantaseas que tienes relaciones con tu jefe, al que en realidad odias. ¿Pueden realmente los sueños revelar nuestros secretos más profundos?
Mundos oníricos
Si echas mano a la ‘Interpretación de los sueños’, de Sigmund Freud, probablemente tratarás de comprender ese sueño tan extraño que hizo que anoche te despertaras de golpe, con el corazón palpitando muy rápido: ¿significaba que has reprimido tus instintos sexuales o que andas estresado en el trabajo? Lo cierto es que los sueños pueden proporcionar información útil sobre nuestras vidas, pero a pesar de lo que Hollywood nos ha intentado hacer creer, no hay estudios que demuestren que pueden dejar al descubierto nuestro funcionamiento interno.
Los antiguos egipcios y mesopotámicos los veían como mensajes de los dioses. Los griegos y romanos los usaban para predecir el futuro
«Realmente no hay investigaciones que respalden ese punto de vista», explica en ‘Live Science’ la psicóloga e investigadora de sueños de la Facultad de Medicina de Harvard, Deirdre Barrett. «Ningún diccionario o intérprete de sueños puede decirte lo que realmente significa», explica. Y no somos los primeros en querer saber por qué soñamos con que volábamos, en realidad los humanos siempre han buscado significado en ese periodo que pasan durmiendo. Los antiguos mesopotámicos y egipcios los veían como mensajes de los dioses. Los griegos y los romanos los usaban para predecir el futuro. La creencia de que albergan verdades guardadas en nuestro interior que en realidad no conocemos se remontan a Freud a finales del siglo XIX y principios del XX. Propuso que los sueños funcionaban como una especie de cumplimiento de deseos ocultos, revelando así nuestros deseos más reprimidos.
«En las páginas que siguen, demostraré que existe una técnica psicológica que permite interpretar sueños, y que, si se aplica este procedimiento, todo sueño aparece como un producto psíquico provisto de sentido al que cabe asignar un puesto determinado dentro del ajetreo anímico de la vigilia», comienza el ensayo. Desde entonces, la ciencia ha avanzado bastante y sugiere que las cosas son un poco más sencillas o mundanas que aquello que Freud propuso. «Los sueños no esconden mensajes encriptados ni fantásticos. De hecho, suelen parecerse más a lo que piensas o haces durante el día de lo que te imaginabas», explica la psicóloga.
Durante los sueños, el ‘cóctel’ de productos químicos que hay en nuestro cerebro cambia
No obstante, eso no significa que los sueños no tengan sentido. Las últimas investigaciones sugieren que, mientras soñamos, en realidad solo estamos procesando los mismos intereses, recuerdos y preocupaciones que normalmente nos ocuparían el día. «Estamos teniendo fantasías ilusorias, pensando en amenazas y miedos, también en nuestros seres queridos», explica Barrett.
Por lo tanto, los sueños tienen un significado psicológico con extensiones de nuestros pensamientos y preocupaciones en el estado de vigilia, son narraciones frecuentes de nuestra vida cotidiana (aunque sucedan hechos extraños, como que tu madre se convierta en un pájaro gigante). Eso se debe a que nuestro cerebro funciona de manera muy diferente cuando estamos dormidos. Durante los sueños, el ‘cóctel’ de productos químicos que hay en nuestro cerebro cambia. Algunas porciones de nuestro cerebro se vuelven mucho menos activas; otras, más, como la corteza visual secundaria, encargada de formar imágenes, que es la que consigue que nuestras fantasías sean tan lúcidas.
Algunos psicólogos ven esto como una herramienta valiosa. Si bien el psicólogo y psicoanalista Karl Stukenberg de la Universidad Xavier en Cincinnati se muestra escéptico de que los sueños contengan símbolos intrínsecamente significativos o canalicen deseos reprimidos, utiliza ‘La interpretación de los sueños’ tanto con sus estudiantes como con sus pacientes. «Surge un diálogo entre las partes de la mente que funcionan en un sentido más simbólico y las que lo hacen de manera lógica», explica.
Ya sea porque has tenido alguna vez un sueño premonitorio o lúcido o porque, simplemente, crees que aquella vez en la que soñaste que ganarías la lotería significaba algo en relación con tus finanzas, lo cierto es que el mundo onírico todavía necesita mucha investigación para que realmente lleguemos a comprender la magnitud del mismo. Y no es un asunto baladí, teniendo en cuenta que pasamos al menos un tercio de nuestra vida entre los brazos de Morfeo.
FUENTE: DIARIO EL CONFIDENCIAL (ES)