Roberto Camhi, gerente de Mapcity, explica la utilidad de los mapas digitales en las empresas y sus estrategias de negocios. Hace 20 años hablar de que una persona tuviera acceso a una red global, un dispositivo móvil y mapas virtuales de cualquier ciudad del mundo era como ciencia ficción.
Aún así, y con todo el riesgo, Roberto Camhi, ingeniero en computación, se animó a fundar Mapcity (1998), pionera en Chile y la región en la oferta de aplicaciones geoestadísticas y planos digitales. Es lo que hoy se conoce como georreferenciación: la ubicación geográfica de un establecimiento a través de coordenadas y datos.
Camhi llegó a la georreferenciación con una investigación que realizó sobre imágenes de células en el colon. Luego pasó a los satélites y finalmente a los mapas.
La georreferenciación se usa para la toma de decisiones de las empresas. Camhi analiza los alcances regionales de Mapcity, que ya se encuentra en Ecuador desde el 2018.
¿Cuál era el nicho inicial de Mapcity a finales de los noventa?
Las empresas grandes de telecomunicaciones que requerían los mapas para ubicar sus cables, postes… El giro inició en 1998 cuando colocamos otras opciones para el público. Eran los inicios de internet y las personas consultaban en la web, entonces brindamos acceso a direcciones y rutas de Santiago para que el usuario pueda hallarlas fácilmente. Fue un boom adelantado de la época, ya que Google Maps recién aparece 10 años después. En ese tiempo registramos hasta 3,6 millones de consultas mensuales en la región. Obviamente el 80% era de Chile, pero también de Perú, Argentina y algo de Brasil.
¿Qué determinó la expansión de la empresa a otros sectores?
En 2002 se hizo un censo en Chile y vimos una oportunidad porque la información del país sería actualizada. Una vez que estuvo lista la pusimos a disposición del público en la plataforma. Eso motivó a que, en 2003, la empresa dé un salto importante, pues además empezamos a trabajar con las instituciones financieras, las compañías de seguros o de comercio (retail). Identificamos que era información útil, que les servía para administrar los perfiles de sus clientes, su nivel socioeconónico, dónde vivían y qué consumen.
¿Cómo funciona la georreferenciación?
Es una aplicación que construye la realidad. Los mapas actuales no son como en el pasado. Ahora, con las capas generas realidades distintas. Por ejemplo, se construye un mapa de la delincuencia en la zona donde se roban más autos. Eso le sirve a una compañía de seguros.
A inicios del milenio internet ya estaba posicionado, ¿aquello les generó ventajas?
Sí, pero también competencia. Y en 2008 aparece Google Maps, para habilitar a que muchos construyan sus mapas. Antes era dificil pero ya teníamos un camino fuerte desarrollado. Así que fuimos los primeros partners (socios) de Google en la región, al proveerles de nuestros mapas. No los vimos como amenaza, sino una oportunidad. Por ello, negociamos con Google de “grande a grande”. La anécdota la relató en el libro Piensa al revés que presenté este año.
¿Qué motivó la venta de Mapcity a Equifax en 2016?
Por la búsqueda de tener una mejor calidad de información. Desarrollamos una fuerte alianza, pero por la sensibilidad de la data era muy dificil compartir todo. La única forma de avanzar era la venta del 60% de Mapcity. Aún mantenemos el 40% con los otros accionistas. Y tenemos ventajas como el acceso a los 24 países de Equifax. Ya hicimos un trabajo con un Banco de España. Equifax trabaja con clusters (grupos), en la región. Chile, Perú y Ecuador son un cluster. Contamos con los primeros servicios de georreferenciación.
¿Cómo se combina la georreferenciación y el geomarketing?
En tomar decisiones a través de las variables. Por ejemplo, en las empresas de venta directa es vital, porque se basa en ubicar a los clientes. En este caso se trata de una crema para la clase media. Se busca la zona dónde están, luego vienen las estrategias de marketing. Es un tema que siempre se amplía. (I)
FUENTE: DIARIO EL TELÉGRAFO (EC)